No es inusual ,en este pueblo, ver a un político de la mano de un ciudadano, como si de su padre se tratase, acompañándolo a quejarse o a reivindicar la chorrada de turno (a veces no son chorradas, ojo); no pretendo criticar la índole de la queja, sino la actitud del político que se encarga de guiar paternalmente al votante sin otra preocupación que la de rascar votos en el día de las elecciones. Estamos tan habituados a esta actitud que la aplaudimos, es decir, cuando vemos esto, lo único que hacemos es simpatizar y decir "ole sus cojones" porque nos da la impresión de que "esta con el pueblo" de que "entiende sus problemas", pero creedme cuando os digo que nuestros problemas se la traen floja. Cuando la situación se tuerce demasiado o cuando aquello por lo que luchamos hace que el "político salvador" tenga que escoger entre unos votantes que reclaman una cosa y otros que piden justamente lo contrario, se lavan las manos y se quitan de en medio para que la sangre no les salpique y no lo digo por decir, lo digo porque lo he vivido.
Cierto político, al que no se le puede negar que se esté matando a trabajar, tiene un hambre voraz y acude como un buitre cada vez que escucha el lamento de un ciudadano. El ciudadano se siente muy respaldado se abre un abanico de posibilidades ante sus ojos para luchar contra su problema, gracias a la guía y la ayuda de su nuevo aliado, pero un día, su protector descubre que ,eso que afecta a su protegido y que le causa graves problemas, va en contra de los intereses de un gran número de vecinos que sin otra razón justificada que no sea el propio beneficio, se oponen a que se solucione el problema del ciudadano afectado. Ante este enfrentamiento este superpolítico desaparece del mapa, así, no queda mal ante el gran número de votantes que podría haber contrariado y en el peor de los casos será mal mirado por el ciudadano con problemas. Ante esta situación yo me pregunto sobre lo que motiva este político, reflexiono sobre si de verdad se preocupa por el bienestar de los arcenses como dice y sobretodo lo que me quita el sueño es: que con este ansia, con este hambre que se le ve, que desprende allá por donde pasa, que se observa cada vez que habla contorsionándose su cara en un gesto casi demente cuando se refiere al hecho de no haber llegado al poder tras muchos años, ¿de que será capaz por conseguirlo?, ¿de que será capaz si lo consigue?... a mí me recuerda con esa actitud a cierto señor con bigote que una vez rondó por aquí y convirtió Arcos en la ciudad del cáncer y que ahora sospechosamente apenas se le ve el pelo...